La aromaterapia tiene sus orígenes en el arte, desarrollado por los egipcios, de obtener esencias de las plantas, calentándolas en recipientes de arcilla. Posteriormente, los alquimistas griegos mediante la conservación de la fragancia, descubrieron la destilación para elaborar los aceites esenciales.
Los aceites esenciales han sido utilizados con el paso de los años por diversas civilizaciones, desde China, India hasta Persia. Se utilizaban en medicina, cosmética, baños y para ambientar los templos.
Un modo de utilizar los aceites esenciales es a través del olfato, ya que este sentido se encuentra directamente conectado con el cerebro donde se encuentran el centro de nuestras emociones, el espacio donde se desarrollan la mayoría de actividades vitales: el sueño, la sed, la memoria, la sensualidad,…A través de esta técnica, lo que se consigue es el equilibrio y la armonía interior. También se utilizan para meditar consiguiendo varios beneficios como ayudar a relajar la mente, profundizar y serenar la respiración, equilibrar los chakras, etc. Para utilizarlo en estos casos, lo más habitual es usar un hornillo, calentando con una vela un pequeño cuenco de cerámica con agua y unas gotas de aceites esenciales (entre 5 y 10 gotas).
Otro modo de utilizar los aceites esenciales es aplicándolos directamente sobre la piel, que deben ser disueltos en aceites neutros como el aceite de almendras y usarlo para hacer masajes.
En casa, cuando nos vayamos a dar un baño, disolvemos de 10 a 15 gotas de aceites esenciales. Es muy importante, no mezclar más de 3 o 4 aceites y que no tengan efectos opuestos. Un baño con aceites esenciales produce muchos beneficios: desde aliviar dolores musculares, hasta disminuir la melancolía.
En mi próximo articulo veremos qué aceites esenciales podemos combinar y que debemos tener en cuenta.
