La luz infrarroja es un modo de producir calor natural, como la radiación solar, que también se puede obtener con las bombillas de infrarrojos. Esta luz produce un calor superficial que se debe aplicar sobre la piel desnuda, sin cicatrices ni heridas recientes, a una distancia de unos 20-25 cm de la zona a tratar, durante 30 minutos en unas 10 sesiones.
La luz infrarroja penetra de un modo superficial en la piel y se utiliza en fisioterapia para procesos de rehabilitación y también para preparar la zona antes de recibir un masaje para beneficiarse del efecto sedante del calor local. Consiguen un efecto relajante y tranquilizante de la musculatura haciendo que la persona se sienta más tranquila y relajada.El uso de este tipo de luz también tiene algunas contraindicaciones no se debe utilizar en zonas donde haya flebitis, hinchazón, inflamación, artritis, varices y otros tratamientos que empeoran con el calor.